Nos teletransportamos a una Mallorca otoñal, totalmente alejados del ajetreo, de lo turístico, de lo común.
Con vistas al mar y a la sierra, y con las ovejas como único testigo de la tranquilidad que se siente en este lugar apartado del mundo, nos adentramos para conocer el maravilloso homenaje que ha dedicado el alojamiento Sos Ferres d’En Morey.
Setenta hectáreas mide el paraíso
Un sinuoso camino de prados y una valla de piedra de las de toda la vida, nos da la bienvenida a uno de los alojamiento más acogedores en los que hemos estado.
Dentro de la finca, nos encontramos con todo tipo de vegetación: encinas, pinos y sobre todo una larga extensión de viñedos de la que deben salir delicias con carácter isleño.
La naturaleza salvaje envolvía el alojamiento, y también la doméstica, y es que a tan solo unos pasos de nuestra habitación, estaba el huerto que con tanto cariño cuida Lorenzo y un amigo de su infancia.
Pudimos recolectar nuestras propias verduras, que más tarde Marga utilizaría para preparar exquisitos platos locales. La ventaja de tener un huerto en el propio alojamiento es que eres totalmente consciente de la procedencia, la calidad y el cariño con el que se prepara la comida.
Lo mejor , ¡los productos de temporada son los protagonistas y la carta se adapta perfectamente a estación!
Rincones creados para la desconexión.
A lo largo de la historia del alojamiento se han ido creando pequeños espacios que consiguen evadirte del mundo real y tener días completos de desconexión. Paseos con caminos de piedra rodeados de olivos, cactus y flores crean un ambiente idílico para estar en calma, leer un buen libro o charlar durante horas sobre temas banales.
Por otro lado, la zona de la piscina es un mirador natural. No importa el sitio que escojas para dejar tu toalla y visualizar el entorno. Bien un edificio histórico, bien la costa o bien las montañas serán las vistas de las que tendrás el privilegio de ver durante el tiempo que tu elijas. Recuerda que aquí el tiempo lleva otro ritmo y no es necesario salir de aquí para empaparte de la autenticidad de la isla.
La pura esencia del minimalismo
Nuestra habitación se encuentra en un edificio que cuenta una gran historia. Fue construido en el 1896 y en él se alojaban los palleses que trabajan los campos de la zona. Todavía quedan muchísimos detalles presentes como su estructura, materiales originales y, por supuesto, su esencia.
En él se reparten las habitaciones y zonas comunes de este bucólico alojamiento en el que se respeta la sencillez de la época, que consiguió conquistarnos desde el primer segundo.
Concretamente, subiendo unas escaleras hacia el segundo piso, se encontraba nuestra suite con vistas a la sierra consiguiendo la sensación de estar descansando en el exterior pero con la calidez que la variedad de texturas y colores aporta.
La enorme habitación tiene un ventanal que la hace inigualable. Éste es el principal protagonista y es que parece el marco de un lienzo completamente diferente cada mañana.
Por último, el baño cuenta con una ducha y bañera de hidromasaje siguiendo con la línea minimalista de la habitación. Cabe destacar que todos los productos que se utilizan cuidan el medioambiente, algo que como ya sabéis priorizamos.
Desayunos ecológicos y cenas isleñas. La cocina de Marga
Después de un perfecto descanso, bajamos al salón-comedor del alojamiento donde gran variedad de productos nos esperaban para empezar el día con buen pie.
Productos de la propia finca como son el yogurt de oveja o los huevos que Marga recoge cada mañana de sus gallinas forman parte del surtido a elegir. Desde luego, la autenticidad del lugar queda patente con cada detalle.
El resto de manjares de la finca los puedes disfrutar a lo largo del día. Comentábamos con Marga lo felices que nos hace comer como unos isleños más, así que para cenar nos sorprendió con una ensalada hecha con las lechugas que Clara había cogido por la mañana y un tumbet (plato local).
Marga nos comentaba que cuando algún/a cliente/a solicitaba comer en el alojamiento, les preparaba los mismos platos que iban a comer ellos ese día. De esta forma, la oferta era variada y se ajustaba a los alimentos que la finca le proporcionaba.
La magia de Marga y Lorenzo
Sin duda, los grandes protagonistas de las preciosas sensaciones que nos llevamos de este rincón son Marga y Lorenzo.
Hablar con ellos nos llevó a conocer el por qué de la magia de este hogar. Marga nos hablaba de las costumbres de la isla, de los diferentes caracteres de los isleños según la zona que habitan, nos conquistó con sabores de su tierra e incluso nos recomendó libros para conocer más a fondo la isla.
En cuanto a Lorenzo, la calma que transmite denota que toda la arquitectura, los productos de primera calidad, el valor por la naturaleza y la sencillez del sitio quede patente en cada rincón.
No es un adiós, es un hasta luego
La calidad y calidez de este alojamiento nos acompaña en nuestra despedida. No será fácil olvidarse de esta experiencia, es más, no queremos que nunca se nos olvide.
Por este motivo, le decimos hasta pronto, ya que estamos seguros de que está no será nuestra última aventura en este especial rincón de Mallorca.