¿Te gustaría sentir algo parecido a pisar la luna?
Cuando lxs astronautas van por primera vez al espacio las reacciones son diversas: maravillarse con la magnitud del espacio, llorar, pegarse al cristal para ver la Tierra…
Esperemos que no te salten las lágrimas, pero que sí disfrutes de la inmensidad que ofrece un cielo tan limpio como el de Zielo las Beatas.
Nuestra aventura comenzó a las cinco de la tarde, tres horas de viaje con el atardecer pisándonos los talones y contemplando infinitas y otoñales extensiones de campo a cada lado de la carretera.
En la recepción nos dieron las llaves junto con las instrucciones de nuestro pequeño gran viaje al espacio.
Un entorno envolvente
Halley (una de las cuatro burbujas que cuenta el hotel), nos esperaba como un refugio estrellado. Está en primera fila y tiene unas vistas privilegiadas (como cuando consigues las mejores butacas del cine para disfrutar de la película).
Solamente adivinábamos el frío y el viento de fuera contemplando los árboles del exterior. Nos comentaron que con el paso de las horas las temperaturas descenderían bastante, incluso por debajo de cero grados. ¿Puedes imaginar que una capa fina y transparente pueda separarte de esa temperatura como si nada?
Aquí fue cuando nos dimos cuenta de que esta iba a ser, sin ningún precedente, una aventura única.
En una burbuja
Mientras llegaba la hora de cenar, aprovechamos para ponernos cómodos y explorar. Aún sentíamos cierta gravedad, aunque el detalle de la habitación y su estilo minimalista hacía que nos costara sentirla.
Si bien la cama principal con su estructura de madera es la reina en la burbuja, la ducha simulando una fina lluvia con vistas al cielo, hace que la decisión sobre en qué parte pasar más tiempo sea complicada.
Las siguientes horas pasaron a la velocidad de la luz, y es que nos quedamos literalmente petrificados (envueltos, eso sí, en dos mantitas bien calientes y suaves), viendo como el brillo de la luna cada vez era más intenso, y el viento jugaba con las nubes apartándolas permitiéndonos observar las estrellas.
La sorpresa llegó cuando apagamos las luces. Todos los colores del cielo explotaron delante de nuestros ojos, pudiendo apreciar con mayor detalle ese manto estrellado.
Llegaron las nueve, y el cielo no era la única sorpresa que nos esperaba esta noche.
Si Halley vuelve, disfrútalo con unos extras
Cena para dos
Todo empieza con dos copas y descorchando una buena botella de vino blanco. A partir de ahí, déjate sorprender con el menú que tendrán pensado para ti. No importa que seas vegetariano o vegano, todo el mundo es bienvenido.
Al terminar, el chef sabrá como dejarte un sabor dulce para seguir disfrutando de la noche.
Más burbujas
Después de la cena, el jacuzzi esta preparado para perderte entre cientos de burbujas durante 45 minutos.
Una botella de cava te estará esperando junto a unas golosinas. Pasarás un momento mágico antes de dormir en tu propia nube.
Al volver de ese baño de burbujas, el telescopio ya está preparado. Tras una explicación técnica, nos ayudan a ponernos en posición para observar la espectacular luna llena que teníamos encima de nosotros.
Nos dormimos contando estrellas, y.. ¿os contamos un secreto? Durante la noche nos íbamos despertando, y nos subíamos un poco el antifaz que nos proporcionaron para volver a ver las estrellas. Y así exprimir al máximo la visita.
Amanece en Halley
A las 07:30 ¡teníamos los ojos abiertos de par en par! No éramos capaces de dormir más con las tonalidades de colores que el amanecer nos ofrecía. El cielo rosa, naranja y amarillo intenso, la sensación de calidez y la consciencia de estar experimentando una noche inolvidable, hicieron que tuviéramos que pellizarnos para saber que en realidad, esto no era un sueño.
Con algo de pereza toca salir de la cama, eso sí, con una buena canción sonando en la nave. ¿Adivináis cual fue? ¡Exacto! La que tenéis al principio del post.
Esperamos al desayuno mientras nos arreglamos con toda la calma del mundo. ¿Quién dijo estrés? Aquí esa palabra esta prohibida.
Desayuno en la cama
A las diez llegó un desayuno de lo más completo (parece que en este planeta se toman muy en serio que el día hay que empezarlo con energía).
Un café calentito, tostadas, frutas, y unos buenos dulces.
Llegó el momento, nos toca volver a casa. Nos vamos con las energías cargadas, las retinas llenas de imágenes inolvidables, y por supuesto, muchas ganas de volver para disfrutar de la amabilidad que Zielo Las Beatas nos ha proporcionado.
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