Según nos acercábamos al alojamiento, las nubes por debajo de las montañas ya vaticinaban que, desde luego, viviríamos una experiencia que sería muy difícil de olvidar.
El otoño nos acompañaba en nuestro camino, y el parque de Somiedo con sus tonos rojizos lo convertía en un paraje sin igual. Tan solo las ganas de disfrutar del alojamiento hacían que no pusiéramos el freno y decidiéramos acampar allí mismo.
El mirador de San trocaya se encuentra en Villamarcel, una pequeña aldea de esas que sabes que son de verdad. Que te trasmiten la sensación de que han perdurado por encima de los avances y las comodidades a las que estamos acostumbrados, con su gente de siempre y sus tradicionales hórreos dándole autenticidad.
La primera sensación al abrir la puerta del Mirador es de calidez; de haber llegado a casa para descalzarte, encender un buen fuego (para más tarde cocinar unas castañas) y desconectar viendo jugar a las nubes con las imponentes montañas. Simplemente se trata de una combinación perfecta que invita a la calma y al descanso.
Esta casa rural no solo está concebida para parejas, si no que cuenta con habitaciones en las que el descanso y el confort son los protagonistas. Te será difícil elegir una, ya que todas cuentan con admirables vistas a infinitos prados verdes y los materiales nobles de su mobiliario de cautivarán. Sus camas, alacenas y sillones te transportarán a esa casita de vacaciones que todos hemos deseado tener alguna vez.
Antes de abandonar la casa, como el alojamiento estaba equipado con una cocina repleta de utensilios, preparábamos café y nos acercábamos a por unas deliciosas magdalenas caseras en Barzana, un pueblo vecino a escasos minutos de distancia.
Una vez preparados y llenos de energía, durante la mañana descubríamos pacíficos parajes como el lago del Valle, dónde se puede disfrutar de una sencilla caminata sin apenas gente y escuchar al silencio, además de su naturaleza y colores tan vivos.
También la braña de Pornacal es una magnífica alternativa para descubrir la arquitectura tradicional que albergan estos campos. Asómate y conoce las costumbres de la zona que todavía siguen latentes. Por el sendero te encontrarás con cientos de vacas, cascadas y hogareños que no dudarán en saludarte y tener una mena conversación contigo. Además, si te fijas bien podrás coger moras que crecer silvestres a las orillas del camino.
En cambio, por las tardes todo volvía a la calma: las comodidades, una decoración con tintes rústicos y provenzales y todo lujo de detalles conseguían atraparnos fácilmente. Allí, relajarnos en el jacuzzi, jugar a juegos de mesa o devorar libros se convertía en nuestra rutian imprescindible.
Estamos seguros que siempre recordaremos esta estancia como una de las más placenteras, en las que te puedes permitir detener el tiempo y disfrutar de unas vacaciones de las que pocas veces se viven, Unas vacaciones de las que te permiten descansar, disfrutar y apreciar lo que es el tiempo de calidad (sobretodo empaparte de la belleza del concejo de Quirós).