Aterrizamos en una de las islas afortunadas ansiosos por conocer cada uno de sus rincones secretos. Lo hacemos en la isla conocida como el caribe español. Playas kilométricas, paisajes hostiles y un alojamiento que nos hizo sentir como en casa son los protagonistas de esta aventura vivida con calma.
Lajares, una joya entre malpaís
Norte de la isla, con las dunas de Corralejo a escasos minutos y con vistas al espectacular volcán Calderón Hondo encontramos nuestro refugio en la población de Los Lajares.
Lajares es un pueblo de interior con un turismo alternativo donde el surf, los mercaditos hippies y la vida slow se apoderan de sus calles irregulares con casitas que no superan las dos alturas. El blanco de las construcciones contrastan con los colores rojizos y negros que presenta la isla en esta zona. Combinación perfecta para contemplarla en cualquier de sus cafeterías con vistas a volcanes imponentes o en la misma plaza del pueblo.
Casa Lajares
La Casa Lajares se convirtió en nuestro refugio durante unos días. Encontrarse en un oasis de paz donde el silencio solo era interrumpido por los pájaros y, la piedra negra volcánica aportaba la calidez que cualquier alojamiento desearía tener, salir a explorar se convertía en tarea difícil.
Al cruzar sus muros, nos recibió un jardín tropical presidido por una palapa que invita a levantarse a primera hora de la mañana para recibir los primeros rayos de sol practicando unas asanas y que el resto del día pueda fluir con buenas sensaciones.
Amorgos
Amorgos, es una isla griega situada en el mar Egeo, que cuenta con una población inferior a los 2000 habitantes. De pequeñas construcciones con el blanco característico griego y la tranquilidad por seña de identidad, es un remanso de paz.
Probablemente, de ahí viene el nombre que recibe nuestra habitación. Con lo justo para poder disfrutar al máximo de la isla y no perderse en el ruido de los materiales se asegura que tu descanso sea perfecto. Además el blanco griego sumado a la piedra majorera crea una sensación de pertenencia y, se apropian con toda licencia de lo idílico de la sencillez, lo pausado y el relax,
Manjares majoreros
No hay mejor forma de comenzar un día que disfrutando de un desayuno donde puedes apartar el reloj y no estar pendiente del tiempo que decides «malgastar» en él.
Las delicias que prepara Rose hacen que, tanto tu paladar explote de placer como tus ojos brillen con su presentación. Las combinaciones de sus sabores y colores hacen que sea un recuerdo difícil de olvidar. Como testigo, Lava se acercó a hacernos compañía y disfrutar de la lentitud que no estamos acostumbrados los que vivimos en la ciudad y que tanto hace falta cada día de nuestra vida.
Jazmín, limonada de buganvilla y buen corazón
A lo largo de nuestros viajes hemos aprendido que cada rincón de los alojamientos absorbe la personalidad de sus propietarios. En este caso, el olor a jazmín a la salida de la habitación, el sabor de la limonada preparada con la buganvilla que preside la entrada al alojamiento, y el acogimiento cálido de Ana, Ricardo y Rose quedan patentes y aportan la personalidad que el alojamiento necesita.