02/07/2019
aroma a lavanda y pueblos sin tiempo
Aún pensamos en ese verano y se nos escapa una sonrisa. Recordamos bajar las ventanillas y sentir un intenso olor a lavanda adentrándose en nuestro coche, y abarcando todos nuestros sentidos.
La provenza francesa fue la primera parada tras cruzar la frontera española, de nuestro roadtrip por Europa. Queríamos llegar hasta Suiza, pero aprovechando la magia de este lugar en el mes de Julio, preferimos dar un bonito rodeo.
Dedicamos un día a contemplar lo que esta magnífica región nos ofrecía en los valiosos instantes que estuvimos allí. Las extensiones de campos de un pálido color violeta, y los pueblos con casas de piedra blanca y gris que dejábamos a nuestro paso, se han convertido en recuerdos inolvidables.
Con amor y muchas flores silvestres
sault
El hogar de la lavanda. En esta época se cultiva la lavanda en todos los campos de la región. No podrás apartar la vista ni el olfato de ese color y olor tan característico, y es que la encontrarás en todas partes.
En nuestra opinión, es el mejor sitio dónde poder admirar este extraordinario paisaje. Únicamente estábamos nosotros recorriendo aquellas estrechas carreteras, y claro está, también unas cuantas abejas aprovechando el néctar de estas plantas aromáticas.
Paramos el coche en uno de esos campos, y con cuidado caminamos entre ellos. Nos frotamos suavemente las manos en una corola, y proseguimos nuestra aventura con la mejor sensación del mundo.
Llegados aquí nos gustaría indicar que siempre hay que hacerlo con respeto y sin perjudicar el trabajo de nadie. No arranques flores de campos cultivados, puedes encontrar alguna abandonada a tu paso.
gordes
Tras la tranquilidad de Sault nos adentramos a un pueblo masificado por el turismo. No solo se notaba en la cantidad de personas que de forma continuada llegaba a este pequeño pueblo, sino en los altos precios del mismo.
El parking costaba alrededor de 10€ unas horas. Pesonalmente nos pareció algo elevado ya que apenas íbamos a estar una hora. Así que descubrimos una zona en la que lo podías dejar durante un tiempo (abajo te dejamos el mapa con la localización exacta). Tras dejarlo allí tenías que andar un par de minutos por la carretera, aunque muchos te encontrabas a muchos turistas acompañándote en el camino.
Antes de descubrir la magia de este auténtico pueblo francés, te encontrarás (si sigues la ruta desde nuestro «aparcamiento» a Gordes) con un mirados que te proporcionará unas vistas inigualables. Podrás contemplar la emblemática belleza de este pueblo colgante.
¡No llegues muy tarde o tendrás que coger turno para hacerte una foto en este rincón!
Una vez en el pueblo dejamos los mapas a un lado. Recorrimos sus calles, disfrutamos del pequeño mercado de productos artesanales de su plaza, nos intentamos confundir entre la gente local y comprendimos por qué muchos artistas se instalaron aquí.
No te olvides de mirar hacia arriba y ver cada una de sus casas, no tienen desperdicio.
Abadía Abbaye de Sénanque
Se encuentra en la propia región de Gordes, pero nos gustaría dedicarle un apartado especial.
A primera hora de la mañana nos adentrábamos por estrechas carreteras sin asfaltar rodeados de grandes árboles. Tras unos cuántos kilómetros llegamos a la recóndita, aunque no secreta, abadía. Y es que ya habían varios coches e incluso algunos autobuses de turistas.
Esto nos causó un cierto rechazo. Nos imaginamos un agradable paseo entre los campos de lavanda, que en ese momento estaban en su momento de explendor, vislumbrando a lo lejos la austera pero imponente abadía. No obstante, esa magia y tranquilidad se rompía con los flashes y las opiniones a gritos de los turistas. Por lo que como os podéis imaginar, los 7,5€ aproximadamente que costaba la entrada los invertimos en un par de jabones del mercado de Gordes.
Los campos de lavanda por regiones y épocas.
Emprendimos este roadtrip por Europa para descubrir la esencia de cada país, y así apuntarnos aquellos sitios que nos han hecho sentir. Esos sitios a los que volver y encontrar más rincones maravillosos.
No obstante, tuvimos la mejor despedida posible. Como un abrazo de un amigo al que sabes que no volverás a ver en un par de años, los Alpes Franceses nos dedicaron una visión indescriptible de sus majestuosas montañas alzándose hasta las nubes.
Si solo pudiéramos llevarnos una imagen de esta gran aventura por Europa en coche, sería la vista a las imponentes montañas y diminutos pueblos alpinos, desde una carretera a mil metros de altura.