Todo empezó con un propósito
«COMPRAR ROPA ÚNICAMENTE PROVENIENTE DE MATERIALES NATURALES, DE PLÁSTICOS RECICLADOS O DE SEGUNDA MANO.»
De esta forma nos comprometíamos abiertamente durante un año con nuestro planeta, y con nosotros mismos. Antes de avanzar, y si eres de lxs que te gusta empezar las historias por el principio echa un vistazo al post que escribimos cuando fuimos conscientes del perjuicio de un consumo de ropa irresponsable, y quisimos formar parte de la solución: Plástico con ropa | un daño invisible .
Hemos de reconocer que fue fruto de nuestra emotiva inconsciencia/ inocencia, una decisión totalmente impulsiva. No esperamos a conocer el verdadero alcance del mundo fast fashion, ni las dificultades que habría para conseguir un par de calcetines, ni los días sopesando y comparando un producto en todas las webs posibles. Sin embargo, actualmente muchas marcas con alma nos parecen ya de nuestra familia de tanto leer: ¿Quiénes somos? en su página web.
Si lo hubiéramos sabido antes… ¡volveríamos a decir que SI a esta emocionante y cautivadora aventura!
¿Por dónde empiezo?
Como os podéis imaginar, yo, muy fan de las libretas y las listas, lo primero que pensé es abrir el navegador o Instagram para pasarme horas buscando y anotando las marcas bonitas, es decir, en aquellas firmas en las que sus principios y valores fueran en línea con los nuestros.
Tenía claro que debían preocuparse del medio ambiente y de la huella que cada uno de sus productos genera. Pero … ¿empiezo por buscar calcetines y ropa interior? ¿Qué pasa con los bañadores? ¿Pijamas o camisetas? Al final, me di cuenta de que la solución era mucho más fácil.
empieza por lo que tienes a tu alcance.
En mi caso era fácil: montones de ropa se apoderaban de toda la casa, por lo que me esperaban unos meses de tomar duras decisiones y otras ¡no tanto!
Me puse un par de capítulos en Youtube de «decluttering» o «minimal wardrobe» que siempre me dan mucha motivación, y comencé a abrir armarios y sacar toda la ropa encima de mi cama. Necesitaba ser consciente de la ropa que tenía (ugh, spoiler), y de la que realmente me gustaba y me hacía feliz.
Así que, con ropa cómoda, nuestra lista de Spotify «A dreamy Sunday» y con la filosofía de Marie Kondo medio aprendida me dispuse a deshacerme de aquello que no necesitaba, y que especialmente, no me hacía feliz.
¡No sé cómo lo hacen los demás pero para mi fue imposible eliminar toda mi ropa de una vez!
He necesitado los 366 días del año para conseguirlo: mi mitad del armario, mis dos cajones de cómoda, un burro, y un cajón invadido de Jose, se ha llegado a convertir en medio armario y dos cajones bastante holgados.
Aunque soy consciente de que aún me queda mucho camino por recorrer, ¡me alegro tanto de haberme decidido a emprender esta aventura!
¿Qué hacer con lo que no me hace feliz?
Cuando ya no quede ningún espacio de la casa por inspeccionar, y hayas devuelto tus «me lo quedo» al armario, vuelve a buscarlos tras dos meses. Si todavía no los has tocado, es que ya no lo vas a hacer, por lo que se convierte automáticamente en «no lo quiero».
Es la hora de dar una segunda oportunidad a esas prendas que te han acompañado en tantas vivencias, o en tan pocas. Su destino final dependerá de muchas cosas, pero únicamente tú eres la que puede darles una clasificación y un orden.
Tengo que confesar que cuando pensaba en la poca felicidad o diversión que habían vivido ciertas prendas conmigo, es cuando más me decidía a dejarlas ir. Mis pensamientos eran: este suéter amarillo que una vez llevé a Roma y que después dejé en el fondo de mi armario arrugado porque me pasé a lo monocromático. ¡Qué triste debió vivir allí oscuro todos esos años! Así que, lo cogí, le pedí perdón, lo lave, lo vaporicé, y lo dejé encima de la cama de la habitación de invitados. Lo mismo con 3kg de ropa más.
Sé que puede resultar ridículo, pero cada vez que hacía ese proceso, era más consciente del consumo irresponsable que había mantenido durante tantos años, me daba cuenta de las similitudes de la ropa que desechaba (colores, estampados…) y me iba forjando inconscientemente un «estilo propio».
Cuando más disfruté, era cuando invitaba a mis amigas a cenar con el pretexto de pasar unas horas juntas, y de pronto les llevaba a esa habitación convirtiéndose en un mercadillo improvisado. ¡Nos lo pasamos tan bien! Veía como se les iluminaban los ojos al ver una prenda por la que yo no tenía ningún tipo de emoción, se las probaban y comentábamos qué tal estaban, con qué se la podían poner,… y al final, me dejaban la cama vacía y el corazón lleno con esos grandes y bonitos momentos compartidos. Seguro que cada prenda que abandoné durante años, ya no me tendrá ningún tipo de rencor.
Hubo una vez, que tuvimos más de 4 bolsas grandes cada uno de ropa que no utilizábamos y en perfecto estado. Jose conoció en su academia a una persona que recogía ropa, la exponía en su casa e invitaba a muchísimas personas que conocía que realmente la necesitaban. Dárselas nos generó una sensación inigualable, y además nos preparó unos tamales deliciosos de su país. ¡Salimos ganando doblemente!
La mayor parte de la ropa que no quería era, casualmente, ropa que apenas usé. Otras, como varias camisetas grises de algodón tenían un par de agujeritos que me ponía por que total, ¡si te pones el bolso de cierta forma no sé ve!
Sin embargo, me di cuenta también, de que cuando te arreglas un poco (vaquero y camiseta sin agujeros y con alguna cosa especial para ti) te sientes fenomenal, así que ¿por qué no iba a querer sentirme así cada día?
Así que esas prendas, se fueron a su cubo correspondiente. Después me enfrenté a las camisetas de publicidad, de alguna carrera, algún evento las reutilicé todas. Para pintar, coger oliva, u otras faenas, me guardé un outfit desgastadito pero de mis favoritos. Todo lo demás, no me hacía feliz.
Finalmente, si alguna prenda tenía una tela, color o diseño especial, las troceaba (para evitar la tentación de que volvieran a mi cajón), y posteriormente hice varios proyectos como servilletas de tela, fundas de cojín… ¡Siempre hay una segunda oportunidad para todo! Bueno, para las camisetas de publicidad….
En ese momento un anuncio en la televisión llegó a mi y conocí a mi gran amor de este año, Vinted. Aunque hay muchos portales de compra-venta de segunda mano, con Vinted ha sido donde mi ropa ha encontrado muchos lugares para ser feliz. No reniego del resto de los portales, pero personalmente es el que me ha ayudado a dar salida a esa ropa que ya no usaba. Es muy sencillo de usar, y conoces a gente con la misma responsabilidad por no abusar del consumo de la moda rápida, de usar y tirar.
Bienvenidx al precioso y sensible mundo de la slow fashion
Cuando mi armario se quedó por la mitad, e incluso dejé de invadir algunos cajones de Jose, me sentía plena, estaba completamente enfocada en lo que no quería y lo que realmente necesitaba. Me pareció más fácil de lo que pensaba, pero ¿cómo sería empezar a buscar un método de compras sostenibles?
Comprar SLOW FASHION o moda ecológica
Como sabréis este tipo de consumo engloba diversas características: comercio local, materiales sostenibles, sin sufrimiento animal y unas buenas condiciones laborales para sus trabajadores.
Por lo que, es evidente que el precio es bastante superior a la ropa fast fashion. No obstante, la calidad en el tejido, la duración de la prenda, y tu felicidad al conocer que estás aportando valor a lxs trabajadorxs, es algo que merece la pena invertir.
¿Cómo saber realmente que una empresa tiene un proyecto realmente «slow fashion»? ¡Es hora de sacar el/la detective que hay en ti!
- Lee todas las paginas acerca de: NOSOTROS, que encuentres. Incluso habla con los productores ¿Qué les hizo dar el paso?
- Explora sus redes sociales.
- Fíjate en los sellos que avalan su justa producción. (Se avecina nuevo post explicándolo)
- ¿Actúa en consecuencia?
Así nos hemos dado cuenta que algunas empresas trabajan con algodón orgánico pero provienen de un país subdesarrollado y sin ningún dato acerca de sus condiciones laborales, o elaboran sus prendas en España pero sus envíos los hacen con plástico. Tenemos que confiar más en nosotros mismos y en nuestra capacidad para seleccionar de forma adecuada.
Sin embargo, no os penséis que únicamente conoceréis la parte mala de las empresas. También hemos descubierto a familias que fabrican sus propias joyas y gracias a eso pueden criar a su hijo en medio de un bosque, otras que cultivan flores y se inspiran para sus creaciones. Este mundo es tan bonito que una vez que lo descubres, ¡nunca querrás salir de él!
Comprar de segunda mano
En ese sentido, desde bien pequeña y junto a mi madre, hemos sido unas locas de los mercadillos. Me parecía increíble como podía comprar prendas «nuevas» a tan solo 2€. Incluso fanfarroneaba un poco delante de mis amigas cuando me preguntaban por ese bolso o esa camisa «recién estrenada». Hoy en día, me fijo más en otras cosas (lo adjudico a la edad): manteles con bordados, toallas de algodón hechas en España, telas para miles de invenciones, ¡ir al mercadito es como buscar un tesoro!
Por otro lado, al igual que Vinted me sirvió para deshacerme de muchas cosas que no utilizaba, también me sirvió para enamorarme y adquirir prendas únicas (o de otras temporadas que apenas se ven por ahí), y que ha hecho mi verano aún más increíble y cómodo. Si tienes miedo a que no te quede bien o no esté en tan buen estado como dice, mira comentarios, pregunta medidas y fotos específicas. Cuando te llegué alucinarás con el resultado.
Finalmente, gracias a esta aventura he descubierto muchos lugares en Valencia en los que he podido conseguir pantalones vaqueros y otras prendas que prefería probarme antes de comprarla. Me parece maravilloso pasear por todas esas perchas y estantes, y de pronto descubrir aquella pieza que tanto estabas buscando.
¡Reinventa y crea!
Otra cosa que más me ha entusiasmado de este reto es poder dar una segunda vida a prendas que estaban olvidadas en el fondo de un cajón. Con un simple corte o un bordado bien bonito pasas de querer tirarla a no dejar de usarla.
Hemos aprendido a teñir con tintes naturales como las peladuras de una cebolla, y compartir preciosos momentos con mi madre eligiendo los bordados y los hilos. Tu imaginación y creatividad volverá a la vida, y te sentirás mucho mejor al no deshacerte de aquello que únicamente usaste en dos ocasiones.
Ten en tu armario piezas atemporales y básicas, así nunca te cansarás de ellas ni pasarán de moda.
siempre se puede mejorar.
No es necesario ser tan extremista. Nosotros somos de la opinión de que cada persona puede aportar un pequeño granito, y si empiezas por customizar, o por ir a alguna tienda de segunda mano, o incluso adquirir una prenda con todas las letras de SLOWFASION ya es un gran paso, y así lo sentirás. Poco a poco irás valorando las ventajas de comprar con alma, y se convertirá en un maravilloso hábito.
Si bien, a mi particularmente me cuesta seguir aceptando regalos de prendas de fastfashion. Valoro mucho el esfuerzo de esa persona que piensa en mi y gasta su tiempo y dinero en elegirme esa prenda. Por lo que a medio plazo es algo que continuará de la misma forma, pero no me presiono, ya que creo que si te fijas unos objetivos muy estrictos al final es contraproducente.
Por último, hay prendas como bañadores que me costó mucho adquirir de tiendas slow, debido a que no me suelen quedar bien todos y era fundamental probármelos. Así que encontré unos en Oysho elaborados de plástico reciclado. Puede no ser la mejor opción, pero a mi forma de ver, elegir esa forma de producir y apoyar la sostenibilidad, puede que a la larga repercuta un cambio en la forma de producir y de vender en las grandes firmas.