Sabrás que estás en Mallorca cuando la brisa del movimiento de sus contraventanas, de un intenso verde o azul, mueva el suave blanco de las flores de azahar de sus calles empedradas. No solo te embriagara su aroma, lo harán también los colores de los productos frescos de sus mercados, sus revitalizantes aguas cristalinas, su gente, sus pueblos llenos de vida e historias, y esa magia que con añoranza cuentan las personas que se han aventurado a conocer esta isla tan mediterránea.
Déjate invadir durante tus vacaciones por la verdadera sensación de libertad, experimenta la desconexión absoluta al llegar tras varios kilómetros andado a una cala salvaje sin cobertura, disfruta sin prisa de cada atardecer, únete al ritmo lento de la isla y a su estilo minimalista, deja a un lado los vaqueros y desentierra los vestidos boho o los pantalones y camisas de lino, y saluda, comparte con las personas locales y siéntete agradecido/a por estar ahí, por ser consciente de que la vida está hecha de estos instantes.