Llega el intenso verano y el mercurio continua batiendo récords inesperados. Las maravillosas playas del levante se abarrotan y la perfecta solución la encontramos en las entrañas de la provincia de Valencia. Ríos, charcas, saltos de agua y hectáreas de pinos se encargarán de refrescar nuestros días en la más absoluta paz.
La naturaleza del interior
Exactamente a una hora de València encontramos increíbles paraísos algo desconocidos para el turismo internacional. El interior de la provincia está repleto de pozas, charcas, ríos y cascadas a una temperatura más fresquita que las playas del Mediterráneo por lo que decidimos escaparnos de la capital para recordar lo que era dormir nuevamente con un edredón.
Cuando el interior forma parte del exterior
Llegamos a Venta del Moro, una pequeña población típica del interior de la región. En ella encontramos construcciones de pocas alturas, casitas típicas con azulejos apadrinados con las palabras típicas de la zona y, por supuesto, toda la calma del mundo.
A escasos minutos del pueblo se encuentra nuestro alojamiento para el fin de semana. En lo alto de un cerro se ubica nuestra habitación con todo lujo de detalles. Sin embargo, cabe destacar la sensación de sentirte como si estuvieras durmiendo en mitad de la naturaleza entre pinos pudiendo respirar el aroma fresco que dejan y escuchando la suave brisa que mece sus ramas.
Una cama entre pinos
¡Que ganas teníamos de poder taparnos con el edredón! En pleno verano, después de unas semanas bien calurosas es todo un lujo respirar aire fresco y poder descansar con temperaturas que difícilmente puedes encontrar en la costa.
Protegidos únicamente con una mosquitera a modo de dosel y unas cortinas para aportar privacidad el sentimiento de pertenecer a lo salvaje se apodera de tí. Siente la libertad, la conexión con la naturaleza y lo idílico del momento.
Manjares del paraíso
Y que mejor para exprimir la experiencia que disfrutar de manjares de la comarca de Utiel. Deliciosos uva, vino y delicias con las que nos sorprendieron todo el equipo a lo largo de nuestra estancia pusieron el toque perfecto para completar nuestra desconexión del mundo real.
Ya sabéis que para nosotros un buen desayuno es uno de los mejores momentos que se pueden vivir. Si además le añadimos el canto de los pajaritos, el aire fresco y unas vistas de ensueño podemos decir que no hay rival.
Con los mejores recuerdos
Cargados de aire fresco, sensaciones de conexión con la naturaleza y haber disfrutado de las maravillas del interior, las cuales muchas veces se menosprecian a pesar de todo su potencial, volvemos a casa con tantas ganas de volver como cuando soñábamos con conocer este rinconcito del edén. Por lo que simplemente nos despedimos con un hasta luego pero nunca con un adiós.
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